- "¿Qué ves" me pregunté.
- Veo una barca.
- "¿Nada más?". Pues..., unos cañizos alrededor.
- "¿Y...?"
Intenté cubrir todo el área del dibujo buscando motivos, cosas, hasta que me di cuenta de lo que me quería decir a mí mismo. Entonces respiré profundamente, sonreí y cerré los ojos. En un instante me encontraba en aquel lugar. La brisa soplaba suave, cálida. La luna dejaba sobre las mansas aguas reflejos como diamantes. Floté en aquel ambiente hasta subir a la barca. Mis dedos resbalaron por la largas hojas de los carrizos, pasé la mano por el agua y me refresqué la cara. No existía el ruido, sino un rumor de naturaleza continuo, como una melodía ancestral. No existían las prisas, los pensamientos que rompen insolentemente la armonía. No existía la angustia, ni el dolor. No existía el miedo...
Volví pausadamente a esta realidad y miré el dibujo decepcionado. Nada que ver con el paisaje vivido, nada que ver con la autenticidad de ese otro mundo real.
RaulTamaritM-Barca entre cañas-29,7x21cm-Pastel |
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