Le venía a la mente aquella noche en la que se fue la luz de la ciudad.
En su casa, en el comedor, con sus padres y sus hermanos, a oscuras, escuchando los ruidos que su madre provocaba mientras buscaba la vela en el último cajón del aparador, previsoramente guardado junto a una caja de cerillas. El reconocido ras-ras del fósforo contra la lija y la luz que se apodera temblorosamente de la estancia. De repente un universo sorprendente y sorprendido se revela ante sus ojos, seres que se asoman y se esconden, pillados en plena evolución, en su devenir por la otra dimensión, huyendo envueltos en penumbras como capas o ropajes tejidos de sombras.
Era entonces una niña y su toma de contacto con lo desconocido sólo acababa de empezar. Muchos años después, su búsqueda continuaba, y entre el espeso ramaje, con escasa iluminación, volvió a verles. Descubrió que no se mostraban a la mirada directa, que sólo permitían ser vistos por el rabillo del ojo, donde los bastoncillos largos mantenían vibrando migajas de luz. Que desaparecían tras los árboles en cuanto la luz les hería el rostro o la levedad de su piel evanescente. Emocionada, permaneció quieta, quieto el farol, y tras un instante de incertidumbre, las sombras se movieron a su derecha, a su izquierda. Notó sus suaves manos rodeándole los brazos, su tacto de humo y niebla. Y notó cómo tiraban de ella, con cuidado, hasta que dividieron su cuerpo que estalló en millones de pavesas que iluminaron la noche como el día. Y desapareció. Sólo quedó el farol consumiéndose, en mitad del bosque, como testigo mudo, como pálido recuerdo de una larga búsqueda acabada.
En su casa, en el comedor, con sus padres y sus hermanos, a oscuras, escuchando los ruidos que su madre provocaba mientras buscaba la vela en el último cajón del aparador, previsoramente guardado junto a una caja de cerillas. El reconocido ras-ras del fósforo contra la lija y la luz que se apodera temblorosamente de la estancia. De repente un universo sorprendente y sorprendido se revela ante sus ojos, seres que se asoman y se esconden, pillados en plena evolución, en su devenir por la otra dimensión, huyendo envueltos en penumbras como capas o ropajes tejidos de sombras.
Era entonces una niña y su toma de contacto con lo desconocido sólo acababa de empezar. Muchos años después, su búsqueda continuaba, y entre el espeso ramaje, con escasa iluminación, volvió a verles. Descubrió que no se mostraban a la mirada directa, que sólo permitían ser vistos por el rabillo del ojo, donde los bastoncillos largos mantenían vibrando migajas de luz. Que desaparecían tras los árboles en cuanto la luz les hería el rostro o la levedad de su piel evanescente. Emocionada, permaneció quieta, quieto el farol, y tras un instante de incertidumbre, las sombras se movieron a su derecha, a su izquierda. Notó sus suaves manos rodeándole los brazos, su tacto de humo y niebla. Y notó cómo tiraban de ella, con cuidado, hasta que dividieron su cuerpo que estalló en millones de pavesas que iluminaron la noche como el día. Y desapareció. Sólo quedó el farol consumiéndose, en mitad del bosque, como testigo mudo, como pálido recuerdo de una larga búsqueda acabada.
Algunos se preguntan qué hay en las otras dimensiones. Esa pregunta presupone la existencia de más de tres. En el colegio ya me hablaban de la cuarta, el tiempo. La quinta, la sexta y la séptima para mí, no sé para determinados científicos y matemáticos, son un misterio y me permite especular y soñar. ¿Es el pensamiento otra dimensión? ¿Lo es el alma? ¿"Vive" algo o alguien en otras dimensiones? ¿Hay puertas que nos comunican con ellas? Sólo hay teorías, la de las supercuerdas intenta explicarlo todo. Pero al final creo que nos resulta tan difícil entender las tres en las que nos movemos, amamos y ¿morimos? que ¿para qué complicar aún más lo incomprensible?
Por cierto, los seres de las sombras devolvieron a nuestra protagonista a su mundo porque ni la entendían ni la soportaban. Amaneció llorando junto a su farol consumido y jamás volvieron a aprovechar sus bastoncillos para visitarla en las noches sin luna.
Me ha encantado la imagen, se adivina tanto en tan pocas líneas :) y el misterio de la historia, y la reflexión existencial, enhorabuena! ^^
ResponderEliminarMe alegro que te guste. Tengo en ti una admiradora incondicional, está visto jajaja. Muchos besos cariño.
ResponderEliminarUna imagen preciosa, ideal para para la historia que nos cuenta, que, por cierto también me ha gustado a la vez que sorprendido.
ResponderEliminarEsta pintura me ha encantado, pasaria horas mirandola, es mágica, enhorabuena.
Hola Mrs. Sombra. Encantado de leerte por aquí. Es la ventaja de ser mi propio proveedor. Pinto la imagen que creo más adecuada a la historia que voy a contar. O al revés. También me apoyo en la genialidad artística de mi hija Alicia: una gran aliada. Gracias por tus alentadores comentarios.
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