Con las uñas, cavé para ti una tumba.
Mis lágrimas brotaron
como flores sobre ella,
y mi tristeza de amor
sigue quemando,
cada noche que sobre mí
la bóveda celeste
se derrumba.
Pero sigo viendo tu cara de ángel,
como de niña caprichosa,
mirándome con pena infinita,
oculta tras una estrella.
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