De vez en cuando tienes la suerte de ver una gaviota volar sobre tu cabeza y sus alas incendiarse al amanecer con destellos dorados.
O de mirarte en los ojos de tu perro y emocionarte al descubrir en ellos el amor ondeando en sus párpados acuosos.
O de sentirte estallar de felicidad cuando las manos perfectas modelan en tu cuerpo el ser que quieres ser el resto de tu vida.
De vez en cuando tenemos la suerte de mirar a lo alto, y sobrecogernos al ver una puerta recién abierta en el cielo.
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