Bien ve ni dooooooooooossssssssssssss

Bienvenidos a mi blog. Todas las imágenes y los textos del blog son de mi única y absoluta autoría para el disfrute de quien sepa apreciarlo.

(Para quienes sólo quieran ver mis obras pictóricas, las encontraréis aquí http://raultamaritmartinez.blogspot.com.es/ )


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lunes, 24 de octubre de 2016

Búscame en las estrellas

Su mujer le dijo la verdad señalando al cielo. Ningún moribundo miente: "Búscame allí, te esperaré en las estrellas"

Una mañana, Miguel emprendió la búsqueda. Anduvo durante días, y las noches se tumbaba mirando el firmamento. Pero por más que buscaba no hallaba rastro de Teresa.


Una noche decidió seguir caminando, pegado al arcén de la carretera, con su hatillo colgando del hombro y sus ochenta años pesándole en las piernas y en el corazón.

El camión con todas sus luces encendidas salió forzado de la curva. En un instante, salió el sol para Miguel y le arrolló.

Se vio a sí mismo tumbado en el asfalto, con la cena aplastada, su mano abierta y aún temblando. Se sintió flotando sobre el conductor que pedía la ayuda de su dios y lloraba de frustración junto al cuerpo inerte y roto de un anciano loco.

Miguel se sintió ligero y seguro. Una voz familiar le susurraba al oído y le hacía reír por primera vez en mucho tiempo. Miró hacia abajo y supo que había llegado. Su mujer le aguardaba, sentada en el borde del Universo.



domingo, 2 de octubre de 2016

Convaleciente


Tuvo que recorrer medio mundo. Le habían avisado unos parientes. Ella se estaba muriendo y un único nombre salía entre susurros de sus labios: Javier.

Cuando bajó del autobús le estaban esperando. Le llevaron a toda prisa hasta la casa de María. En la entrada, la madre le miró de reojo con desprecio y le dió la espalda. Javier entró en la casa sin decir nada, buscando con la mirada. La hermana de María le abrió la puerta del cuarto y desde el umbral Javier sintió el corazón detenerse.

Se arrodilló junto a la cama y sujetó con dulzura su mano. Ella giró la cabeza con esfuerzo, miró a Javier y sus ojos enrojecidos parecieron transformarse en cristales. Javier sintió un ahogo atascándole la garganta.

Los primeros rayos de sol empezaban a atravesar la ventana y les iluminó débilmente. Él no pudo aguantar más y rompió a llorar justo cuando María exhaló un largo suspiro que la vació por dentro, mientras apretaba con sus últimas fuerzas la mano de Javier. Él permanecío durante mucho tiempo junto a ella rememorando los momentos felices. Pero cada vez que traía escenas de la separación a su mente, notaba que la garganta le negaba el derecho a vivir.

Cuando Javier tomó el camino de vuelta, se quedó hipnotizado por el paisaje, sintiendo que con cada árbol, con cada casa, con cada ser humano que desaparecía tras él, dejaba un jirón de su alma cosido al recuerdo de María.