Bien ve ni dooooooooooossssssssssssss

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martes, 1 de mayo de 2018

Vitrubio en el lago

Declaración del único testigo vivo del Paciente Cero:
"Puedo jurar que no le vi entrar en el embarcadero. Será porque no le quité el ojo en ningún momento a la puesta de sol."
"No le vi. Me habría dado cuenta, supongo. Un anciano, con sus pasos pequeños, andando por las maderas hacia el lago. ¡Me habría llamado la atención!"
"Tampoco le vi caer, ni escuché chapoteo ninguno. Así que cuando alguien levantó la voz, yo fui uno de los curiosos que se acercó a ver."
"Al parecer, un niño vio a una mamá pato con sus seis patitos subirse al pecho del anciano que flotaba a la deriva, bajo montañas de pétalos de muchos colores, con los ojos muy abiertos y la boca como la de un pez, respirando torpemente y con los brazos y las piernas muy abiertos. Me recordó al hombre de Vitrubio, pero coloreado."
"Muchos opinaban que el niño que avisó a su padre le había salvado de acabar ahogado, otros que fueron los patitos al confundirlo con un islote y llamar la atención del crio."
"El caso es que, al final, el viejo llegó con vida al hospital pero sufrió una crisis en la UCI y murió. Sin ningún tipo de documentación, sin nadie que acudiera a identificarle, acabó en la morgue. Yo ya no podía hacer nada más, así que me fui."
*****
El forense enarcó las cejas al levantar la sábana y descubrir que la piel del anciano estaba manchada por pigmentos florales. "Qué curioso" pensó. Pero lo que más le sorprendió fue cuando empezó a cortar con el bisturí, desde el cuello bajando por el tórax. Por la incisión, a medida que avanzaba, borboteaban pétalos multicolores sin parar. El médico hundió sus manos en la cavidad torácica esperando palpar órganos, pero sus manos solo extraían puñados y puñados de pétalos.
Cuando salió del desconcierto inicial, cogió su bloc de notas y se dispuso a escribir sus observaciones, por absurdas que le pareciesen, pero le sobrevino una repentina tos. Y otra. Sintió la boca llena. De ella sobresalían algunos aterciopelados pétalos. Con precaución cogió uno entre los dedos y lo miró atónito. Los siguientes accesos de tos expulsaban de su garganta cañonazos incontenibles de pétalos frescos, hasta que la falta de oxígeno le mató.
No fue posible conseguir vacuna para la enfermedad.
El contagio se extendió como un disparo por todo el planeta, hasta convertirlo en una cósmica y esponjosa pelota de colores.

Raúl Tamarit Martínez - Fuente de color - ilustración digital

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