Bien ve ni dooooooooooossssssssssssss

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miércoles, 28 de junio de 2017

Habira

-¡Habiraaaaaaa...!

La llamada era en realidad un cántico que se enredaba como la hiedra en sus tímpanos para después perderse lastimero en la espesura.

-¡Habiraaaaaaa...!

La muchacha pisaba el sotobosque con la delicadeza de una bailarina. Su mirada saltaba de rama en arbusto intentando buscar la fuente del sonido. Habira había perdido el control del tiempo y del espacio. Cuanto más quería acercarse, en realidad se alejaba. El camino se transformaba constantemente en un paisaje nuevo, diferente. De pronto sentía la pesadez de las pisadas sobre la arena de una playa, y al momento estaba hundiendo sus pies desnudos en la nieve que cubría un campo de vides.

-¡Habiraaaaaaa...!

Habira agarró con ansiedad una de las manos que, a modo de ramaje, pendían de unas palmeras y sintió un violento tirón. Lanzó un grito y abrió los ojos hasta dolerle.

-¡Habira, hija mía!

Su madre la abrazó, la besó, la apretujó. La enfermera acudió enseguida acompañada del médico que apartó con delicadeza a la madre. Habira seguía con los ojos abiertos mirando un punto en el infinito.

Cuando el médico acabó su breve reconocimiento le cerró los párpados y la recostó sobre la almohada. Le hizo un gesto ya conocido a la madre, que siguió llorando.

Habira se agachó para arrancar la flor. Sonrió al olerla profundamente y continuó su paseo acariciando de cuando en cuando la superficie enmohecida de los moais.

Perdida - óleo sobre lienzo (detalle)

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