Bien ve ni dooooooooooossssssssssssss

Bienvenidos a mi blog. Todas las imágenes y los textos del blog son de mi única y absoluta autoría para el disfrute de quien sepa apreciarlo.

(Para quienes sólo quieran ver mis obras pictóricas, las encontraréis aquí http://raultamaritmartinez.blogspot.com.es/ )


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domingo, 10 de junio de 2018

La Feria

La Feria y sus feriantes, nubes de azúcar, globos de colores, la noria, casetas de tiro, patitos amarillos, tiro al peluche, grúas, si no un pito una pelota, carreras y llamadas, empujones, besos furtivos, manoseos en lo oscuro, bofetadas en lo claro, yo me quedo, ¿por qué te vas?, acompáñame, solo un poco, ahí no subo, yo no quiero, tú primero, subir, bajar, sustos y miedo, vómitos y mareos, música estridente, canciones desgastadas, pachanga sin sentido, miradas a la luna, un niño calla y otro estate quieto, no hagas eso, muévete, no quiero que te enfades, ni que me marees, ni que me mientas, ni que te vayas, la bruja de la bola, la caseta de la cíngara, el tiovivo, la rifa, tierra de polvo y boletos rotos, barro pisoteado, el barco balancín, focos locos, la montaña rusa, no le encuentro, ahí está, me lo has prometido, aceite refrito, castañas, chocolate, maíz, disfraces, tatuajes de quita y pon, maquillaje rojo, no quiero volver a verte, si me dejas me mato, el palacio de los espejos, el látigo, el tobogán, el gran dragón, linternas, piruletas, manzanas de caramelo, llamaré a mi abogado, aunque me odies, yo te amo, el tren de la bruja, la casa del terror, griterío, risas de niños, ¿entonces me quieres?, no lo creo no es respuesta, chillidos adolescentes, lágrimas, bebés dormidos en su carrito, coches de choque, purumoro, bastones, chispas y centellas, estrellitas pintadas, vagones, si lo sé no vengo, ya basta, no lo aguanto, ni ella es tu madre ni yo tu padre, mírame a los ojos, odio a mi hermano, ojalá no hubieras nacido, montaña rusa, sirenas de locura y guirnaldas, vértigo, carreras, sentadillas, el pulpo, el sparring de boxeo, la maza, tartas, pasteles, buñuelos, fotos movidas, sombreros viejos, recuerdos, creí que te había perdido, no lo vuelvas a hacer, ésta es la última vez que te perdono, búscame entre Venus y Mercurio, estoy quemado, te compré un anillo, no lo quiero, tómbolas, muñecas y ositos, ranas gigantes, adivinos, caballitos, monstruos y payasos, espérame un momento que me meo, escopetas trucadas, quiero volver a casa, no digas tonterías, no tenemos casa, soldaditos de plomo, juguetes, caballitos de madera, helados, palomitas, molinillos de viento, adioses de luna nueva, te lo ruego..., no te vayas...


Dime la verdad - ilustración digital

viernes, 14 de octubre de 2016

Clara la soberbia

Clara la rompecorazones, la más bella criatura sobre la Tierra, la de los ojos de gacela... no tenía amigos. Las chicas porque las despreciaba, los chicos porque acababan con el corazón roto y sangrando en las caballerizas de palacio.

La soberbia de Clara no tenía límites, ni se parecía a ninguna cosa que nadie hubiera visto jamás en un ser humano. Se sentía tan orgullosa de sí misma que se llegó a interesar por el espejo del que todo el mundo hablaba. El espejo que reflejaba la auténtica y completa belleza de quien se miraba en él.

Muchas mujeres de lejanos rincones del mundo hablaban maravillas de él. Se quedaron fascinadas de lo que vieron y su satisfacción la predicaban a la rosa de los vientos.

Clara acudió con su matrona al castillo de la bruja que lo protegía en lo alto de la torre, cubierto por finas telas de seda negra y azul.

La bruja le recitó los avisos de rigor, pero Clara la apartó con la mano y subió las escaleras ansiosa. La matrona llegó resoplando justo a tiempo para ver a Clara sentada frente al espejo, en camisón, con el pelo suelto cayéndole en cascada por la espalda.

Clara pellizcó la tela de seda y la tiró al suelo. Emitió un quejido y enmudeció.

La matrona miró sobre el hombro desnudo de Clara la imagen que devolvía el espejo y un chillido de terror rasgó su garganta.

Clara sin embargo, pareció reconocerse en él. Se pasó la mano por la cara, se emocionó observando las membranas nictitantes en los ojos y al sonreír, sus dientes brillaron como cuchillos a la luz de las velas.