Anciana sentada - ilustración digital |
te deja un poco más solo,
cuando de tus ramas
caen las hojas una a una
con cada amigo que muere,
con cada amor que extrañas.
Qué triste hacerse viejo
cuando ya no hay quien acompañe
tus tardes al sol,
cuando el camino de regreso a casa
se hace inacabable
y deseas caer de bruces
y ya no volver a levantarte.
Qué triste hacerse viejo
cuando las manos arrugadas
de un recién nacido
asaltan tu memoria
y se convierten en las tuyas.
Cuando la tarde anaranjada,
enrojece tu rostro
y tu alma llora.
Cuando miras el poniente
buscando un rayo de esperanza,
o la sombra de tus muertos
ofreciéndote un abrazo
que dure más
que una huidiza mirada,
o que un suspiro,
o que un sueño.
Qué triste hacerse viejo solo,
sin ningún consuelo,
sin ninguna compaña.
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