Hay ocasiones en las que anhelo pasear de noche sin rumbo por la ciudad, perderme en un bosque tupido en el que no haya nada conocido, sentarme durante un tiempo sin tiempo en un banco de piedra frente al océano con las manos en los bolsillos y las piernas estiradas y un pie sobre otro pie y la visera de la gorra tapándome las ideas, las fantasías, los recuerdos que me devuelven el dolor.
Hay ocasiones en las que no quiero más que tumbarme en la hierba sin otra cosa de la que preocuparme que estar bien, sentir el frescor de la brisa o el sol bailando sobre mi cara.
Y no por eso todo. Ni nada. Ni nunca. Ni ahora.
Y no por eso tú, ni yo, ni ayer.
Y no por eso, mañana.
Descanso en la hierba |
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