En todas las fotografías su rostro salía difuso, indefinido. Ni los mejores profesionales consiguieron captar sus rasgos nítidamente. Tal era así, que la familia acabó aceptándolo y la excluyeron de las fotos grupales. Evitó con solvencia cualquier relación sentimental, eludió todo tipo de responsabilidades, rehuyó besos, caricias, cumplidos e insultos.
Sin embargo, a la Parca, no le influyó en absoluto el inmenso poder que el nombre ejercía sobre Esquiva.
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