Una de esas visitas inaplazables para las que no hace falta sacar una entrada, ni pedir cita, ni anotar en la agenda, ni contratar un guía. Andar plácidamente por la orilla de la playa cuando aún puedes avistar estrellas y planetas como puntos luminosos y ver alzarse el telón celeste sobre la línea del horizonte. Y bajo el escenario, elevándose majestuosamente al actor de actores, el gran astro rey, que con gesto solemne nos advierte de lo bello que es vivir. De lo que bello que es soñar.
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