La luz del atardecer caía como niebla dorada sobre tu rostro, tus ojos brillaron en la penumbra y con un gesto lleno de sensualidad miraste a un lado, permitiéndome gozar de la contemplación pausada, premeditada, de la curva de tu cuello, de la línea fina de tu rostro que se ensortijaba en el pequeño lóbulo de la oreja.
Provocación-21x29,7cm-pastel sobre papel Canson negro |
Me regodeé observando tu boca entreabierta en la semioscuridad, que movías como si quisieras atrapar sin dañar las alas de una mariposa.
Tu garganta, suave, como la ladera blanca que baja hasta la playa que desaparece en un mar proceloso y salvaje.
Relajas la barbilla y refulge tu pelo bajo un rayo de luz moribundo. Y en ese embelesamiento estaba, cuando volviste la cara hacia mí mordiéndote los labios, para mirarme.
Autor: Raúl Tamarit Martínez
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